viernes, 4 de octubre de 2013

Feminismo existencialista de Simone de Beauvoir

Por Teresa del Pilar Ríos, Dra. en Filosofía

INTRODUCCIÓN
Simone de Beauvoir (1908-1986), símbolo de la mujer contestataria, novelista francesa, profesora universitaria, filósofa existencialista y militante del movimiento feminista. Intelectual polifacética, en su vida confluyeron especialmente dos facetas que se identificaron entre: la de mujer invitando a la emancipación femenina y la de escritora, cuya obra será tema de polémica en los medios literarios de su época, con sus defensores y detractores. 

En 1929, después de conocer a Jean Paul Sartre en la Sorbona, donde ambos estudiaban filosofía, se unió estrechamente al filósofo y su círculo, entre los que se encontraba Paul Nizan, Raymond Aron, Merleu-Ponty. Con el tiempo, crearon entre ambos, Beauvoir-Sartre, una relación que les permitía compatibilizar su libertad individual con la vida en conjunto.

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La personalidad de Simone de Beauvoir se sitúa en el centro de atención del París de la intelectualidad. Da conferencias por todo el mundo, participa contra la guerra de Vietnam, se compromete en el movimiento por la independencia de Argelia y encabeza las manifestaciones feministas a partir de 1.968. Su presencia es solicitada tanto en las manifestaciones literarias como en las políticas. En los años setenta sigue luchando por la solidaridad humana y el respeto por la libertad de la persona y, por supuesto, por la causa feminista. Fundó la “Ligue du droit international des femmes”, influyendo incluso en el ministerio de Asuntos de la Mujer en Francia que la nombró encargada de la Comisión sobre mujer y cultura. 

La variedad de sus escritos, novelas, ensayos, memorias, diarios, correspondencias y teatro, refleja la lucidez y el talante de una personalidad intrépida que marcó un antes y un después del momento en el que se dio a conocer. Hizo uso de las historias y las novelas para ilustrar muchas de sus ideas filosóficas, y especialmente, su convicción de que los seres humanos eligen por sí mismos en referencia y como respuesta a una situación. En su siempre efectiva prosa desarrolla una convincente defensa del existencialismo, intentando detectar los riesgos que lo acechan desde el momento en que empieza a convertirse en una moda y con ello se vulgariza. 

En su primera novela, La invitada (1943), exploró los dilemas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual, temas que aborda igualmente en novelas posteriores como La sangre de los otros (1944) y Los mandarines (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt.

El conjunto de sus escritos llamados "memorias" recoge su experiencia y sus diferentes reacciones de acuerdo con el momento vivido. Dichas memorias constituyen la confesión de una mujer que desde sus primeros años quiso defender su postura ante la vida y los acontecimientos que le tocó vivir tanto en el ámbito familiar como social. Así también, de su puño y letra nació la que aún hoy se considera “la biblia del feminismo”: El segundo sexo (1.949), y que constituye un verdadero hito que se incorpora a la historia de la cultura humana. 

Su vida y su obra continúan despertando debates apasionados pues ambas plantean cuestiones esenciales a la eterna interrogante sobre la condición femenina. Fue una mujer muy criticada. Toda persona que rompe con los moldes establecidos o que se opone a los prejuicios al uso, es naturalmente cuestionada, e incluso vilipendiada. La derecha francesa se opuso tenazmente porque hacía una desmitificación de las instituciones tradicionales como la familia, las relaciones de pareja y la maternidad. La iglesia católica le puso, y sigue estando, en el índice de prohibida. Si en su época estuviera aun vigente la Inquisición, ella sería una de sus primeras víctimas. 

Mujer intelectual, pionera de su tiempo, pues se introdujo en las instituciones educativas mayormente masculinas. Aprovechó su oportunidad para desarrollarse a sí misma como una intelectual en un país y en un tiempo en los que los académicos eran considerados como miembros relevantes de la sociedad. Simone de Beauvoir llegó a ser más puramente una intelectual que cualquier otra mujer de su época. 1 Pero, definirla como una "intelectual" pone de manifiesto otras cuestiones, como el descrédito de la inteligencia de las mujeres, la prueba es que muchos enfatizaban más su pertenencia a una elite que a una legítima posibilidad de las mismas. Verlas como intelectual era, pues, la más clara patentización de que sus oscuras teorías androcéntricas son meras ideologizaciones interesadas que creíbles afirmaciones científicas. 


EL IMPACTO DEL "SEGUNDO SEXO" DE SIMONE DE BEAUVOIR 
Cuando se publicó El segundo sexo, fue recibido con gran hostilidad y se le hicieron críticas implacables y demoledoras, de tal manera que, durante algún tiempo permaneció ignorado hasta que los movimientos de mujeres de la década de los años 70 lo recuperaron como la guía fundamental que les iluminaría el camino a seguir. La condición de la mujer de clase media en Occidente y la reflexión feminista estaban progresando a pasos agigantados si se compara con los movimientos cuyas reivindicaciones se limitaban a ciertos derechos como el del voto, la educación, etc., pero sin cuestionar en ningún momento los papeles tradicionales de la mujer ni la creencia fundamental en una determinada naturaleza femenina que justificaría su situación sociocultural. En los años 70 ya se estaba dando un proceso claro que, conforme iba transcurriendo el tiempo, llevaría a la paridad, a la plena conquista de los derechos jurídicos fundamentales, al acceso igualitario al mundo laboral, y al derecho al mismo salario en igualdad de condiciones. La presencia de la mujer en el entramado social estaba comenzando a ser una realidad.

El segundo sexo surgió porque Simone de Beauvoir se disponía a escribir su autobiografía e inmediatamente se confrontó con una pregunta crucial: ¿Qué significa para mí ser una mujer?2 Esta pregunta convierte la diferencia sexual en una cuestión filosófica, y hace una inestimable aportación al debate esencialismo/anti-esencialismo. Y así, una primera intención de escribir sobre ella misma se convierte en una indagación sobre lo que supone el hecho de ser mujer en una sociedad como la suya. Pero la inquietud no surgía de la nada. En su misma autobiografía aparecen apuntes críticos sobre las mujeres, sus comportamientos y sus vivencias, que denotan una sensibilidad atenta a sus problemas. Es decir, lo que lleva a nuestra autora a emprender su investigación filosófica en torno al sujeto-mujer no son sus convicciones políticas, sino su propia experiencia como tal, el descubrimiento de sí misma la lleva a identificarse con la palabra “mujer”. No se trata, por tanto, tan sólo de una cuestión política, social o metafísica, sino de una situación a la que cada mujer debe enfrentarse cada día. De ahí que, en lugar de escribir su biografía, escribe "un ataque contra las ideas contemporáneas sobre la mujer y un texto fundamental para el movimiento de mujeres de la segunda mitad del siglo veinte." 3

El segundo sexo de Simone de Beauvoir es la obra cumbre y piedra angular del feminismo4, el ensayo feminista más importante del siglo XX. Consta de dos tomos: el primero se titula Los hechos y los mitos, y el segundo La experiencia vivida. Su vigencia se debe, sobre todo, a la amplitud con la que nuestra autora se enfrentó al texto, a su concepción igualitaria de los seres humanos y al análisis totalizador que realiza de la concepción femenina en Occidente. Dicho análisis lo plantea desde diferentes perspectivas, tales como: la  filosófica, la histórica, la psicológica, la ontológica, la científica, la mitológica y la sociológica. Es un libro con una estructura filosófica bastante compleja, y debería ser leído como un clásico. La idea fundamental de esta obra es hoy asumida por millones de personas que no la han leído ni han oído hablar de ella. Sus principios han sido incorporados a las políticas de igualdad y han dado lugar a los estudios feministas y de género en centros universitarios de vanguardia. 

El texto mencionado constituye un corpus teórico que desmonta la desigualdad entre mujeres y hombres porque demuestra que la misma no es algo natural, sino algo construido culturalmente. Con este libro nuestra filósofa erige una teoría crítica que se inserta en una tradición iniciada en el siglo de las Luces y es continuada por las sufragistas. Representa, en el ámbito de la emancipación de las mujeres, lo que El contrato social en el ámbito político. Si Rousseau sentaba las bases de la democracia moderna, Beauvoir sienta las bases de la democracia total y efectiva. Denuncia lo mismo que Rousseau, pero refiriéndose a las mujeres, de quienes éste se había olvidado totalmente. De este modo, completa la emancipación para esa mitad de la humanidad a la que se la había negado su mayoría de edad en todos los ámbitos. 

Simone de Beauvoir comienza su obra con una cita de Poulain de la Barre, feminista poco conocido del siglo XVII: "Todo cuanto sobre las mujeres han escrito los hombres debe tenerse por sospechoso, puesto que son juez y parte a la vez" 5. La elección de este pensador es muy significativa y nada casual, la autora, en su diálogo con el lector, revela a través de esta cita su concepción sobre las  fuentes teóricas del feminismo. La afirmación con que se inicia el segundo volumen de la obra: "No se nace mujer, se llega a serlo"6, encierra el núcleo teórico de que lo femenino no es una esencia.  "El eterno femenino" es un mero mito masculino. La feminidad es un constructo socio-cultural: las sociedades se estructuran según sistemas de sexo-género, se dirá en la década de los setenta. Beauvoir viene a decirnos: la feminidad es algo artificial, no natural; los factores biológicos no determinan la forma de ser que se denomina “femenina” o “masculina”; es irracional entenderlo así. La mujer no nace sensible, callada, sumisa, impresionable, dócil, indecisa, inferior al varón, en definitiva, oprimida. Esta es una lectura ideologizada e interesada a partir de los sexos. 

En ambos tomos del Segundo sexo se realiza una apología de “la autonomía”, 7 por ser ésta un valor cuya aptitud no le era reconocida al sexo femenino; sumado a ello el lugar de “otredad” y no de sujeto activo que las mujeres ocupan en los discursos hegemónicos de la historia del pensamiento en Occidente, desde los mitos al pensamiento racional, desde los discursos religiosos hasta los más extremadamente laicos o críticos con la cultura judeo-cristiana como, por ejemplo, lo es el psicoanálisis. Así también, nos proporcionan las herramientas teóricas para reemplazar esa construcción injusta por otra más justa y equitativa. Para acabar con un estado de opresión y reemplazarlo por un estado de distensión, en el que cada cual, hombres y mujeres convivan fraterna y sororalmente; es decir, libremente. Nuestra autora explica ampliamente que para las mujeres la maternidad no es inexorablemente “destino”, sino que la relación lógica de implicación establecida entre ser mujer y ser madre es una de las creencias ancestrales de las sociedades de dominación masculina. Analiza la condición social de las mujeres interdisciplinar y multidisciplinarmente.8 

Patentiza que la situación de la mujer en este mundo masculino, regido por los valores y el poder de los hombres, es una situación de degradación ontológica y moral. ¿Cómo ha llegado a ser así? ¿Cómo se ha dado el proceso de tal situación? Beauvoir reconoce las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer, pero señala que no es el área de la biología donde se juega el destino de los humanos, sino en el ámbito humano, que es un espacio fundamentalmente histórico y cultural.9 Teresa López Pardina

Pese a que las condiciones sociales e históricas han variado mucho desde que se originó la desigualdad, ésta persiste. ¿Cómo puede ser así? Porque la voluntad de dominación del hombre continúa y porque la lucha colectiva no se ha afianzado. Ahora bien, en las sociedades postindutriales occidentales, piensa Beauvoir, la lucha por la emancipación es posible, aunque han de cumplirse dos condiciones para que sea eficaz: que las mujeres hayan logrado individualmente la independencia económica y que la lucha se plantee colectivamente.10


RELACIÓN ENTRE SU EXISTENCIALISMO Y FEMINISMO
El marco conceptual de su célebre ensayo, que supone un hito en la filosofía feminista y marca todo su desarrollo posterior, es la filosofía existencialista. Y este dato no es algo irrelevante. Todo lo contrario; es absolutamente fundamental. Nada más adecuado que una filosofía de la libertad para analizar las causas de su escasez entre las personas. Una filosofía que concibe al ser humano como libertad era la más apropiada para mostrar la falacia del eterno femenino y su carácter de construcción socio-cultural. 

El pensamiento de nuestra filósofa deriva de dos factores: la influencia del existencialismo francés y su condición de mujer. Su obra filosófica interpreta el existencialismo como una filosofía de la libertad, como portador de una nueva ética, tanto en lo privado como para lo público. Es una filosofía del compromiso, que encuentra que el individuo y el mundo se hallan completamente unidos, por lo que no es posible una liberación egoísta y solitaria de los individuos. Y es una ética política y comunitaria: problema político y problema ético son dos caras de la misma moneda. Pero la moral no puede dar recetas, no existe una “moral abstracta”, independiente de cada situación concreta, válida para cualquier situación. Es la situación la que decide finalmente la suerte de cada valor.

En el feminismo existencialista de Simone de Beauvoir, el ser humano no es una esencia fija, sino existencia, es decir proyecto, trascendencia, autonomía, libertad. Por lo tanto, escamotear a un individuo las posibilidades de proyectar su vida por el hecho de pertenecer al supuesto "segundo sexo", al sexo femenino, es dominación, es injusticia.  Su punto de vista dialéctico del ser humano se conceptualiza bajo la idea de situación, lo cual debería considerarse como una de sus mayores aportaciones en lo que a la teoría feminista se refiere, puesto que, de alguna manera, el discurso “científico” sigue teniendo fuertes connotaciones androcéntricas. De ahí que la idea de que la biología puede y debe ser trascendida y subordinada todavía sigue vigente hoy.

De acuerdo con Celia Amorós, 11  el feminismo se inicia como movimiento emancipatorio y político con la Revolución francesa 12 y, en ese sentido, El Segundo Sexo se puede encuadrar en la línea de un feminismo ilustrado. Su soporte teórico es, ciertamente, la filosofía existencialista, pero se encuadra en el marco más amplio de un pensamiento ilustrado y dentro de él, en lo que tiene de más emancipatorio la Ilustración, la idea de la igualdad natural entre todos los seres humanos. El libro es más bien de carácter teórico y reflexivo, pero no de militancia política. De ahí que es considerado como un eslabón entre la Ilustración y el feminismo radical de los setenta, llamado la segunda ola. La primera ola es el feminismo sufragista. 

Podemos decir que todo lo que el feminismo ha escrito después ha tenido que tomar posición con respecto a El Segundo Sexo; bien para atacarlo, como hacen por ejemplo las feministas de la diferencia, o bien para desarrollar algunos de sus aspectos. El feminismo de Beauvoir es de raigambre clásica, un humanismo global. Sin embargo, respecto a sus predecesores, ha realizado un aporte cualitativo: pasar de las reivindicaciones a las explicaciones. Su singularidad le viene, en buena medida, de su potencia filosófica: una inteligente combinación de existencialismo, hegelianismo y filosofía de la sospecha. Desde esta red teórica, nuestra filósofa inicia una nueva manera de hacer feminismo.

Su feminismo es de carácter radical, su propuesta es cambiar no solo el papel de la mujer, sino también el del hombre y conseguir así una sociedad donde ningún sexo sea oprimido por otro y ambos puedan ser efectivamente libres. Cuestiona la idea de hombre y mujer, pretende deconstruir ambas visiones patriarcales. En cuanto a la condición femenina afirma que las mujeres han alcanzado su integración en la sociedad. Ya no es el momento de reivindicaciones generales o de las luchas iniciales por la conquista de derechos. Ahora es necesario que la mujer descienda a lo individual y profundice en el conocimiento de sí misma. Ese tránsito de la mujer como “colectivo” (en lucha por su emancipación social y política) a sujeto individual, a persona humana que trata de ser autónoma, creándose su propio destino, es su legado fundamental al feminismo posterior.

Para una mujer, conocerse a sí misma es un arduo trabajo. Si analiza la cultura oficial, descubre que es simplemente la silenciada, la olvidada, una nota a pie de página en el extenso libro de los varones: sin pasado, sin historia, sin relevancia alguna. Todas las identidades que se le proponen la consideran una “minoría social”, una ausente de la realidad. Y es precisamente a partir de ese descubrimiento de ser la ausencia desde el que la mujer debe empezar la búsqueda de su propia identidad. Debe negarse a ser “lo otro” de la identidad masculina. Debe interrogarse tanto sobre su propia historia individual como sobre su historia como “género femenino”, como “segundo sexo”. Es la mujer la que tiene que decidir quién es ella, quién quiere ser, y a partir de ahí reconstruir sus relaciones con el otro sexo.

Dicha reconstrucción vendrá dada cuando ella sea reconocida realmente por lo que es y no solo por lo que hace en el ámbito doméstico y desde un rol maternal. El reconocimiento es una de las cuestiones principales en cualquier orden social humano. Los grupos sexuales existen desde el momento en que se reconocen como tales y aceptan las supuestas diferencias. En este sentido, nuestra pensadora apela a la categoría dialéctica hegeliana del amo y del esclavo13. Dicha categoría expresa la lucha inevitable por el reconocimiento en cualquier sociedad humana. Si aplicamos a las mujeres el mismo proceso que al esclavo hegeliano, el cambio de posición en el colectivo de los varones puede ser alterado. La mujer, símbolo del esclavo, en virtud del dinamismo dialéctico puede forzar su emancipación, lo cual, a su vez, socavará el lugar de privilegio del dominador masculino. El dinamismo dialéctico puede ir construyendo un orden de existencia más equitativo para ambos géneros. Un orden donde mujeres y varones sean reconocidos en su diferencia e igualdad fundamental.

Por último, recordaremos que Simone de Beauvoir no era consciente de la magnitud y, sobre todo, de la grandeza de su esfuerzo cuando escribió El segundo sexo. Quizás en el momento de su muerte tampoco lo sabía. En realidad, hasta hace bien poco la teoría feminista no formaba parte de la historia general de la filosofía política, pese a ser el feminismo uno de los núcleos fuertes del pensamiento de la democracia. Su cita y análisis  normalizados comienzan a aparecer recién en la década de los noventa. De ahí que, reconocerla como una auténtica filósofa e incluir este libro entre las obras claves de la filosofía de la centuria es un cometido de justicia irrenunciable. Así también, otra tarea que tenemos los que nos interesa vivir el momento histórico con toda lucidez es dialogar con su obra. Y si lo consideramos necesario, criticar aquello en lo que no coincidamos, pero siempre desde el reconocimiento de su inestimable valor, de su coraje, de su inteligencia y de su honestidad intelectual. 



BIBLIOGRAFÍA
1. AMORÓS, CELIA, "Presentación", citado en 10 palabas clave sobre MUJER, Pamplona, Verbo Divino, 1995 
2. MOI, T, The Making of a Intellectual Woman, Blackwell, Londres, 1994
3. SIMONE de BEAUVOIR, El segundo sexo, Aguilar, Buenos Aires, 1981
4. FALLAIZE, E. (ed), Simone de Beauvoir, A Critical Reader. Routledge, London and New York, 1998
5. LÓPEZ PARDINA, Teresa, "Autonomía", citado en 10 palabas clave sobre MUJER, Verbo Divino, Pamplona, , 1995
6. ROMERO PÉREZ, Rosalía, “La familia filosófica de Simone de Beauvoir” en Amelia Valcárcel y Rosalía Romero Pérez (eds.), Pensadoras del siglo XX, Sevilla, ed. Instituto Andaluz de la Mujer, col. “Hypatia”, 2001
7. DE MIGUEL, Ana, "Feminismos", citado 10 palabas clave sobre MUJER, Pamplona, Verbo Divino, 1995
8. PALACIO, Marta, FILOSOFÍA Y FEMINISMO (S). "Filosofía y feminismos (s)", en Conversaciones entre Teología y disciplinas. En la encrucijada del género, AZCUY, Virginia (compiladora), Centro de Estudios Salesianos de Buenos Aires (CESBA), 2004


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